lunes, 2 de agosto de 2010

Tres poemas de Ariel Schettini

"Los besantes" (1)


Mis amigos eligieron, para probar que el mundo no existe,
Un mediodía luminoso en un restaurante de Olivos.
Y resolvieron mediante un beso en público,
Que los amantes son lo único real del universo.

Yo ya lo sabía. No tenía necesidad del comentario
Y mucho menos de la demostración empírica.

Para probar que dos amantes
Se descubren a una verdad más real que lo real sensible
Refractarios a la vida y las costumbres
(Los modales son una mentira piadosa
Y ellos experimentaban con el fin de la historia)
Se besaron en un restaurante al mediodía
Entre la elección del menú y la llegada del servicio.

Yo hablaba con palabras
Urgido por establecer todo lo contrario.
Y sacaba temas nerviosos para que no insistan:
La actualidad, los viajes, todo lo inminente y de pasada.
(Ojalá no hubieran sido mis amigos)
Y desde ese planeta remoto de la soberbia enamorada
Los besantes echaban un vistazo a mi frivolidad
mundana y me incluían en todo lo perdido.
Todo lo que habían soltado de la vida y de la realidad
y de Olivos

Yo era testigo de esos besos repetidos
De los que salían íntegros e insatisfechos.
Pero para el resto de los comensales boquiabiertos, era un cómplice.
Sabía que querían probar más y que lo harían.
Y en la mudez estupefacta del restaurante de Olivos,
Se besaron, mientras yo buscaba en el menú algún plato envenenado
Para que ellos
O yo o el restaurante entero
estuvieran muertos

"La salud del Papa"


Confinado a las salas de El Vaticano, aún las más modernas son
Lóbregas y claustrofóbicas.
Más le valdría fijar residencia en
Una estación espacial
Y su bendición diaria orbite para los que desde lejos la esperan
Satélite, intermitente por la distancia y
Titilante por la rotación de la tierra.
Y a la hora de la muerte no lo depositen en la cripta
Común de los otros.
Necrópolis masculina donde moran ya suficientes Papas viejos
Hasta que los católicos concluyan, o más allá.
Un reporte diario en la página web donde se informe
la presión sanguínea, la dieta, la humedad, el ritmo cardíaco sería de máxima utilidad.
Conectado
a un sensor inalámbrico digital que se reproduce en la web
segundo a segundo.

Cada primavera carga una cruz por el coliseo romano
Y actúa en público la fatiga inmensa de los siglos de cristianismo,
O algo verdaderamente grave que lo perturba.

Esta noche de invierno,
Reunido con su pequeño círculo íntimo para tomar una sopa
O para el pequeño ágape que conmemora un episodio
Oficinesco que lo saca de la rutina, con sanguchitos
y masitas consagrados, de su panadería favorita de Roma,
El Papa y sus amigos, cuentan chistes, rezan un poquito por la bienaventuranza de esos
pocos de las oficinas vaticanas
Y se distraen mientras cae la tarde sobre el Tíber.

La salud de su santidad es cuidada por un grupo selecto de profesionales
confiables (todos católicos) y, por eso, sospechosos.
Deberían ser los mejores del mundo,
Porque él imparte su bendición Urbi et orbi sin reservas.
Pero son el cuerpo médico del Vaticano.
Si hubiera más dioses, a esta altura, tendría aliviado el trabajo por efecto de
Vestales, sacerdotes y todo tipo de ungidos en las materias diversas
que separan y ordenan la vida cotidiana.
Pero le tocó esta tarde pronosticada.
Desde ahí sólo se ve el futuro y el fin de las religiones.
Hizo siempre lo que supo para llegar hasta acá:
tramar conspiraciones, serruchar pisos, maquinar conjuras,
construir alianzas y solidificarlas con prebendas y canonjías,
para sostener el poder más raro y más seguro.
Hoy se siente indispuesto y mientras duda entre levantarse
O no de la silla
Se pregunta cuánta gente
Oró por él (contar las visitas a la página web no le rinde, por lo arcaico
y tecnológicamente iletrado de la feligresía)
y hasta qué punto es atinado descansar en la promesa de un grupo de monjitas pías
Que en audiencia privada
Garantizaron que rezan por su salud y por la paz en el mundo.
Un puñado de religiones monoteístas son, efectivamente, menos nobles que
Una creencia con muchos dioses.

Es inevitable, por lo vitalicio del cargo y el progreso de la gerontología,
que lo cuelguen del balcón
Hasta último momento, hasta apenas antes de la muerte, ayudado por
Esos que se relamen pensando en el cargo vacante
(hasta hace poco, él mismo fue parte del grupo)
Y sabe que a cada segundo que una de sus fuerzas declina,
Se abre una grieta reparada por la mano de un ayudante de cámara
Tendida, franca.


"La Media Sombra"


Cuando la noche cae soy otra.
Porque el día es otro y porque cuando el día cae, es la noche.
El día, la noche. El di, la no.

Pero pude haber dicho: cuando el día cae,
Exánime como queda por haber sido día todo el día,
Viene la noche y lo transforma,
Como si fuera un bicho, un animal una bestia noche feroz se levanta
Y el día ya no es el día, es la noche.

El proceso se llama la media sombra.
Las plantas dejan de liberar oxígeno y comienzan a darle carbono al aire, la media sombra también ataca.
como un manto cae como una bestia, la media sombra.
Soy una araña pollito, o una tarántula que hace de la oscuridad su tela.
Que teje durante el día lo inevitable de la noche.
Dejo de respirar, a la media sombra nadie respira, como una araña.
Le das lo que quiere, la ponés en ese estado y así seducida, deja de respirar.

La parálisis del sistema nervioso, dicen, no les impide comprender.
Ponen cara de nada pero lo entienden todo.
Como una araña, que nadie vio jamás respirar, te acercás a la presa que está extasiada, o muda o impresionada o: Fascinada por el efecto de la media sombra.
Y caes sobre ella como una manta raya, con un aguijón en la boca dejás que el fluido penetre las vías respiratorias y paralizás el sistema nervioso central.
¿canto algo? ¿cantaré La Sonámbula cuando te penetre?
Te canto algo como una araña cantora que te fascina. Oíme.
Así empezamos. Yo te canté algo mientras estabas en lo oscuro,
en la penumbra del auditorio,
te vi y empecé a pensarte, yo araña y vos presa de mi tela,
de la voz de mi tela que desde el escenario se tejía como un arma de saliva..

A veces construyo el momento como en un teatro, como un teatro antiguo, donde sos el único oyente y las luces se van perdiendo. Sólo mi voz te sostiene y te fascina, mientras te canto y veo que por mi voz, dejás de respirar.

¿Cómo tomó conciencia Jesús de su materia divina?
¿se enteró un día? ¿o fue un proceso, como quien dice, de aprendizaje?
Iba juntando evidencia en su cuerpo una por una: hoy un milagro,
otro día una revelación y
finalmente un día se plantó y dijo: “soy yo el redentor”.
Como una planta, tampoco conozco el trámite:
¿Cómo pasa la planta de liberar oxígeno chupando dióxido de carbono a hacer exactamente lo inverso?
¿Es un proceso de molécula a molécula? ¿O es una catástrofe de todos los días en las que el sistema nervioso central de la planta (sus nervaduras) deja de producir oxígeno en masa y pasa a envenenar?
Yo sé que en un momento soy una y a la media sombra soy otra.
Y cuando comprendas de qué se trata lo mío,
vas a venir, sin respirar, mudo y fascinado a mis patas

Como la manta raya se apoya sobre la presa para cubrirla,
porque es un milagro, dejar de respirar.
como la araña va a su presa muda con el sistema nervioso central paralizado,
ni viva ni muerta: fascinada.
Si la presa muriera, dejaría de ser un bocado para la araña.
La desecharía de asco por lo podrido.
Es que a cierta hora del ocaso,
a la media sombra de la noche,
oíme,
soy un animal.

Nota

(1) Los poemas pertenecen al próximo libro del autor "El dedo de Galileo".